Está bien, está bien. A la imagen la ayuda la presencia de Pipi Lanzani y su lunar supesexy. Pero la cuestión es otra.
A lo largo de los años me di cuenta que ideaba así a mis personajes por una falta mía. Porque miraba a mi alrededor de pequeñita y me encontraba con eso: padres que jugaban con sus hijas, padres que las llevaban de la manito al colegio. Padres presentes. Y yo miraba a mi costado y veia a mamá, pero miraba al otro costado y no había nada. Y si había alguien, si había un papá ahí, seguramente estaba mirando para otro lado o pensando en otra cosa. Nunca en mí.
Entendí por qué a veces me sentía media huérfana como los nenes de CrisMo. Entendí por qué Sebas Francini cantando "Papá" me hacía llorar como marrana.
Pero creo que lo que mejor comprendí es que si bien duele la falta, duele más recordarla. Duele más seguir pensando en eso, seguir revolviendo el pasado. Es más difícil pero más sano dejarlo en el olvido y vivir mi presente. O mejor aún: pensar mi futuro al lado de un hombre, que sepa, entienda, y refleje como el de la foto, lo que es ser padre.