jueves, 13 de diciembre de 2012

Flaco.

Flaco.
Te pido que me permitas llamarte así. Como si fuéramos grandes amigos. O grandes conocidos. Es que siento que de tanto leerte, escucharte y verte ya  te conozco. Que sos parte de mi cotidianeidad como tantos otros.
Ay, Flaco. Una sola cosa se me pasa por la cabeza en éste momento. ¿Por qué? ¿Por qué te fuiste así, de repente? ¡Si esperamos tanto tiempo por alguien como vos! Alguien con tu impronta, tus cojones, tu militancia y tu pasión por la política nacional. Esa política que llevaste en la piel, en el corazón. La que transformaste en acciones.

"Vengo a proponerles un sueño" dijiste esa vez. Y muchos deben haber pensado... ¿un sueño? ¡qué loco que está éste tipo! Pero eso me gustaba de vos. Tus sueños. ¿Para qué vivimos si no soñamos? O mejor, ¿para qué vivimos si no luchamos por nuestros sueños? Como hiciste vos, Flaco. Vos propusiste, impulsaste y cumpliste. Nos hiciste el regalo más grande. Nos devolviste la Patria, Flaquito. Nos devolsite la dignidad y las ganas de ser Argentinos. Esas que muchos nos habían arrancado.
Pero no te limitaste a devolvernos eso que con tanta impunidad nos robaron. También hiciste justicia.

Porque, como también dijiste ese glorioso 25 de mayo de 2003 (y no es casualidad, para nada, que haya sido un 25 de mayo) "no voy a dejar mis ideales en la puerta de la Casa Rosada) Los llevaste como bandera. Tus ideales que son los de esa generación diezmada a la que perteneces. ¿Y sabes qué? Esa generación es la que nos salvó como país. La que se levantó y pensó en el todos. La que dejó la VIDA, con todo lo que eso significa e implica, luchando contra un sistema que impuso el miedo porque era el camino más fácil para lograr sus cometidos. Vos nos contagiaste, Flaco. Nos devolviste la militancia, ¡y cuánto tenemos que agradecerte! Porque yo nací en una casa donde la política se hablaba y se vivía, pero parecía ser cosa de grandes. Parecía que los jóvenes no podíamos opinar porque no habíamos vivido. Y FUISTE VOS EL QUE NOS DEFENDIÓ DE ESO TAMBIÉN. Ese discurso, ese que me infla el pecho de orgullo,  ese en el que pedís que nos hablen a los jóvenes de política, pero QUE NO NOS HABLEN COMO NENES, que nos hablen como pares. Que nos enseñen. Que nos den sus experiencias pero que nos dejen hacer las nuestras también. Y vos predicas con el ejemplo, Flaco.

Vos sí quela tuviste difícil, ¿eh? Porque ahora nosotros podemos salir a manifestarnos con total libertad. Seamos del partido que seamos. A vos te buscaron, te marcaron, te quisieron hacer desaparecer del mapa. Con vos no lo lograron (¡a Dios gracias!) pero sí lo hicieron con muchos de tus compañeros. Y entiendo tu dolor, Flaquito. Vi tus ojos ponerse cristalinos ese día en Benito Juárez cuando recordaste a Chiche. Y tu rabia contenida ese día que bajaste los cuadros. Porque tuviste en frente al asesino de tantos compañeros y no lo dudaste: nada que tenga que ver con el honor puede estar cerca de esas lacras. Y me pongo de pie para aplaudirte, Flaco. Ahí están tus ideales, tus cojones, tu amor por la Patria y tu compañerismo. Vos empezaste a hacer justicia por ellos. Vos no les tuviste miedo, y se los dijiste en la cara. Vos reivindicaste la lucha de Madres y Abuelas, porque viste lo que sufrieron y lo que sufren. Y cada vez que las abrazabas con ese amor, con esa delicadeza, yo también sentía que las estaba abrazando. Como ellas se merecen.
Pero la historia no terminó ahí. Recién empezaba. Pediste perdón en nombre de todos. En nombre de ese Estado ausente, hasta podríamos decir cómplice de tanto horror. Pero lo tuyo nunca quedaba en palabras. Vos eras puro accionar. Impulsaste los juicios a esas lacras. Y levantaste bien en alto la bandera de los Derechos Humanos. Para que ya nadie pueda hacerse el boludo, para que no miren para otro lado.

Son tantas las cosas que hiciste, Flaco. Que podría estar escribiéndote eternamente. Y no creas que no me gusta. Recordarte me hace sentirte cerca. Y te recuerdo como vos nos pediste que lo hagamos " Quisiera que me recuerden con piedad por mis errores, con comprensión por mis debilidades, con cariño por mis virtudes"
Te recuerdo con la misma sensación que en ese 2003. Cuando yo era tan chiquita y ya le hablaba a mi viejo de vos. Sí, ¡qué irónica que es la vida! Yo a mis once años diciéndole a mi viejo de treinti largos que eras bueno. Que los que te criticaban la mirada o los que se reían de cómo hablabas no entendían nada. "Es simpático, papi" Para mi era un enrollo bastante grande pronunciar tu apellido. Pero mi viejo entendía perfectamente que hablaba de vos. Y cuando ganaste me llené de alegría. Porque eras lo nuevo, ese cambio necesario. No voy a hacerme la adelantada ni a decir que te auguré el futuro de gran Presidente. Porque tenía diez años. Y porque ni siquiera vos podrías habértelo imaginado. Ahí está la cuestión. Vos no te quedaste imaginando. Te arremangaste la camisa y te pusiste a laburar por la patria que vos querías para nosotros.

Sos un ejemplo, Flaco. Hoy lo seguís siendo y lo serás. Porque así como le hablé a mi viejo de vos con toda la inocencia del mundo, pienso hablarles a mis hijos y nietos de lo inmenso que fuiste. De todo lo que nos regalaste. De la forma arrolladora en la que pusiste la política en boca de todos. De los que antes nos sentíamos menospreciados. Como si la política fuera una cosa de la elite. No, señores. La política es cosa de todos. Y eso me lo enseñaste vos. La política la hace el pueblo. Y es el pueblo el que elige, el que te eligió a vos, el que la eligió a Cristina. (otras veces no fue tan inteligente)

Y un párrafo aparte para Cristina. Que es una leona, además de ser "la más linda de todas". "¿Cómo hizo Néstor para quedarse con la más linda?" Fuiste el único que se le animó, Flaco. ¡Y hay que animársele a Cristina! Tiene un carácter bastante especial, eso lo sabes. Pero con vos... todo es distinto con vos. Vos sos su sostén, y eso se nota. En cada acto y en cada discurso te buscaba con la mirada. Y al final... siempre iba a abrazarte a vos. Y la entendí tanto cuando dijo que al principio estaba enojada con vos... porque creía que la habías dejado. Todos pasamos por esa etapa, Flaco. Porque es injusto que no estes. Porque la vida no puede arrancarnos a un líder así. ¿Por qué? ¡Si éste es tu sueño! Bueno, las respuestas nunca las tendremos con certeza. Pero lo que Cristina y todos nosotros entendimos es que vos no te fuiste. Vos estás. Porque tu ejemplo, tu historia y tu legado trascienden. Y trascenderán. Nosotros nos vamos a encargar de eso. Somos las flores que florecieron en tu jardín. Somos la generación que vos libertaste. La que llamaste a ser parte de tu sueño.

Por eso te quiero tanto, Flaco de mi vida. Porque me diste la herramienta más importante de todas. Me diste voz. Esa que nos hicieron callar tantos otros. Me devolviste el derecho a opinar. A participar. A querer aprender, a querer interesarme, a querer pensar más allá de mi. Todos aprendimos a pensar como Nación gracias a vos. Por eso estoy segura de que no te fuiste a ningún lado. Estás en mi corazón. Estás en nuestras banderas, en nuestras luchas. Estás en nuestro apoyo a ésta Presidenta Coraje. A éste modelo que defenderemos con uñas y dientes. Estás siempre, Flaco. No te van a poder sacar. De eso también nos encargamos nosotros. ¡Esperamos tantos años un político como vos! Del 45 al 2003... Ojalá no tengamos que volver a esperar tanto. Ojalá que todos asimilemos lo que vos nos enseñaste y continuemos construyendo ésto.

Porque tu sueño dejó de ser tuyo. Vos nos regalaste el país con el que vos soñaste. Y nosotros, en honor a tu memoria, a tu pasión, a tu política, a tus luchas, a tus ideales, vamos a hacerlo eterno. Tu sueño es el nuestro, Flaco.

"No pasarán a la historia aquellos que especulen, sino los que más se la jueguen"

"Cuando la juventud se pone en marcha, el cambio es inevitable"

Vos sos el cambio, Flaco. Y nosotros somos esa juventud que ya no para. Que no se calla. Y sí, es inevitable: llevamos y llevaremos ese sueño como bandera. Ese país que queremos.

Gracias, Flaco. No hay palabras para explicar la gratitud, el rspeto y la admiración.
Sólo me resta decirte, que si pudiera pedirle algo a la vida, sería volver el tiempo atrás. Para verte y pedirte ese abrazo que le diste a mi viejo. Y decirte, ¿sabes que, Flaco? Yo le hablé a él de vos, cuando él no entendía nada. Y después, vos explicaste todo.


jueves, 25 de octubre de 2012

POLEMICO!

"ReNaPer Informa que el servicio de impresoras está con demoras. Loco, hay sol afuera, ¡salgan a hacer fotosíntesis! Se vienen los últimos cien, repetido al menos quince veces. Vuelve que sin ti la vida se me va y la gente sin libreto que subía con cara de poker. Los famosos setenta, ¡mátame, mátame! ¡devuélveme mis dedos! cualquier pequeño o pequeña que lloraba sin razón, Rulitos el copado, la combi de la fiesta, los feliz cumpleaños ciudadano, el ponga cara de gol del Tecla Farías a los 95 en la Bombonera, sentirnos rockstars, congelarnos los dedos, querer comprar cualquier cosa que dijera térmico en el envase, la office, el show de los números, los té de tilo, el respeto por la gente enferma y la gente que está durmiendo, la pocilga, papel, boligoma papel, las quedadas de la combi a mitad de camino, los hombres durmiendo que nunca nos vieron, los guanacos, la Panadería que amadrina Grace Alfano, ¿tiene cinco pesos? ¿y eso cómo se escribe? ¿estamos en Tolkien?  son todas buenas, pero no pueden ver a un hombre tranquilo, Señor, lo compadezco... ¡llegó Araujo! ¿cómo es la contraseña del wi-fi? te (guion bajo) quedaste (guion bajo) en la ruta. Nenes por aca, nenas por allá. ¿Quién tiene los turnos para el baño? ¿Podes bajar la radio, que la chica se está peleando con los de Movistar? ¿Puedo hacerle el Pasaporte al bebé? ¿No puede tomar frío? ¡se equivocó de provincia! ¿para dónde queda la Antártida? ¿A qué hora oscurece? (son seis menos cuarto) ¡Entonces a las seis! ¿y éste pajarito se muere si se muere su pareja? No, ese tiene suplentes. ¡Agarrala a la Peque y pasa primero, que con niños en brazos podes embarcar!  Su atención por favor, se les solicita a los señores pasajeros que abonen con cambio CON CAMBIO. ¿Por qué lloras? ¡Mira a Tolhuin! ¿Te gustan los pingüinos? Podes sonreir pero no mostrar los dientes, ¿de verdad hace frío en Río Grande? ¿Qué cosas podemos llevar arriba? ¿Quién dijo lo de la y griega?"
Éstos y otros hits son los que me permiten decir, Tierra Del Fuego, fuiste y serás de las mejores experiencias de mi vida.


miércoles, 25 de julio de 2012

Incompetenes | Capítulo Ocho


VIII.                    Tal vez, será mejor

Y claro que fue difícil explicarle a Jazmín qué era eso. Y obvio que se ofendió muchísimo con Victoria por no haberle contado. No hubo excusa que la haga entrar en razón: Jazmín se sentía traicionada y nada iba a aplacar ese sentimiento. Ni siquiera que Victoria le pidiera perdón una y otra vez llorando como una nena. Jaz sentía que algo se había quebrado, y no era la única.

Benjamín casi se infarta cuando se topó con los ojos desorbitados de sus alumnas en la puerta de su departamento. Sobre todo porque sabía que no había explicación coherente que las dejara contentas. Todo se les había ido de las manos en cuestión de segundos. Y claro que se puteó internamente por haber sido tan arriesgado. Por haber elegido algo que, evidentemente, iba a terminar mal. Pero peor se sintió cuando vio la cara de Vicky, tan triste y asustada a partes iguales. Es que siempre la vio tan segura de si misma, tan confiada en su andar, que no entendía cómo ella no sabía para donde correr o qué decir.

Bianca se encarga de llevarse a Vicky a su departamento, no quiere que este sola. Porque, ya lo dijimos… Bianca podrá no compartir las decisiones de su amiga, pero ella siempre está ahí. Incondicionalmente al pie del cañón. La abraza por los hombros y caminan despacio hasta llegar a destino. Y se cruzan con Franco que se pone histérico cada vez que la ve llorar, pero no quieren explicarle nada. Victoria necesita un tiempo de paz para poder escupir todo lo que siente. Bianca lo sabe y por eso le pide que las deje solas, que todo va a llegar a buen puerto si Vicky tiene su espacio para replantearse las cosas. Así que él se limita a dejar un beso en su frente y abrazarla con fuerza. Porque Franco la quiere, pero en el fondo sabe y entiende que no es exactamente el mismo amor el que siente ella. Entonces se conforma con lo que le toca, porque como dicen Las Pastillas, con acercarse a la victoria se conforma un perdedor.

-         No me va a perdonar en su vida – Vicky está sentada sobre la cama de Bianca y no levanta la vista por nada del mundo.

-         No seas extremista, Vi. No se le va a pasar de un día para el otro, pero dale tiempo.

-         Es que la conozco… se que no va a aflojar. Y tiene razón, la entiendo. A mi también me jodería que ella me oculte algo así… ¡pero es que… ni yo se que hacer! – Vicky rompe en sollozos porque su seguridad ante la vida quedó detenida en la puerta del departamento de Benjamín.

-         Sh, sh, no digas esas cosas, Vicky – Bianca la abraza con fuerza, porque así le demuestra que no está sola – la situación era jodida… es jodida… Jaz va a entender, estoy segura.

Victoria duerme en casa de Bianca esa noche. Y Franco se encarga de devolverles la sonrisa cuando vuelve al departamento con una bolsa llena de golosinas y una peli cómica para que miren los tres. Vicky le sonríe sincera y lo abraza con fuerza, porque sabe que es como el hermano mayor que no tiene. Y sabe también que lo va a querer toda la vida. Es que es imposible no hacerlo: Franco es la bondad con patas.
Como es obvio, Vicky no quiere ir a la facultad al otro día. Pero Bianca la obliga, argumentando que tiene que enfrentarse a sus problemas. Entonces no le queda otra que pasar por su departamento a cambiarse y emprender viaje con su amiga hasta allá. Se cruzan a Jazmín en el colectivo, que las ignora olímpicamente. Y si bien Victoria la entiende, le duele muchísimo su actitud. Y se siente peor de lo que ya se sentía hasta el momento.
Las semanas transcurren así: con Jazmín ofendida, Victoria triste y Bianca intentando mediar. Pierina y Agostina no saben qué es lo que pasó, pero no preguntan demasiado: entienden que es algo que ellas deben resolver – aunque, como Bianca, intenta convencerlas de hacer las pases. No es cómodo para nadie estar en el medio de una pelea.
Y con Benjamín, la cosa estaba como en un freezer. Es que los dos habían quedado susceptibles y perseguidos después de que Jazmín y Bianca los hayan encontrado juntos. Entonces intercambiaron un par de mensajes y se vieron dos veces. Vicky lo tranquilizó diciendo que Jazmín no iba a divulgar lo que vio. Estaba dolida pero seguía siendo su amiga, y esos códigos no se rompen. El problema era que Vicky se estaba hartando un poco de esa realidad, y era ella la que quería patear el tablero. Pero sabía que Benjamín no estaba dispuesto a hacerlo.
-         Chicos,  acuérdense que el parcial es en dos semanas. Saben que si tienen dudas pueden mandarme un mail, ¿si? – Félix había tenido una audiencia a último momento y Banjamín era el encargado de dar la clase en su ausencia.

-         ¿Control de Constitucionalidad entra? – Agostina levanta la mano mientras toma algunos apuntes.

-         Sí, todo lo que vimos menos lo de hoy – él sigue explicando con calma apoyado apenas sobre el escritorio y revisando el programa de exámen - ¿tienen alguna duda de los temas hasta ahora? – y el silencio sepulcral – no leyeron nada todavía, ¿no? – y todos rompen en risas. Benjamín es estudiante todavía, entonces los entiende.

Benja los deja salir unos minutos antes observando que ninguno tenía duda alguna para el parcial. Y sus alumnos, chochos, abandonan el aula entre aplausos y elogios para el profe gamba. Victoria se cuelga al hombro su cartera y comienza a caminar hasta la puerta, pero ve que Benjamín le hace señas y finge haberse olvidado algo para volver.
-         ¿Qué pasa? – se acerca vergonzosa al escritorio.

-         ¿Estás bien? – la mira preocupado. Es que hace varias semanas que Vicky está un poco triste.

-         Mmm… más o menos. Jaz sigue sin hablarme – él se muerde el labio, apenado – pero… se le va a pasar, supongo.

-         ¿Queres  que cenemos a la noche? Así te cambia un poco la cara – le regala una sonrisa chiquita y Vicky se la devuelve.

-         No sé… Porque si las chicas se juntan y les digo que no puedo… Jaz se va a hacer la cabeza de nuevo, y…

-         ¿dónde quedó esa rubia loca que conocí en el boliche hace unos meses? – se ríe descaradamente y Victoria le hace hombritos.

-         En la puerta de tu departamento, hace dos semanas – y los ojos oscuros de Benja se cruzan con los tristes de Victoria – yo… hablo con las chicas y te aviso, ¿dale?

Vicky deja el aula y Benjamín queda reculando. Quizás sí, todo se les estaba yendo de las manos. Pero con ella siempre fue así: un verse esporádico, siempre a escondidas, una incertidumbre constante. Pero él creía que así estaban bien, que así tenían que ser las cosas. Las cartas estuvieron sobre la mesa desde un principio, y en base a eso era su juego. Lo que él no sabe, es que Victoria quiere cantarle retruco constantemente. Se va al estudio intentando entender qué es lo que cambió las cosas. Porque el más afectado por ésta relación que tienen es él. Es quien más tiene que perder, y aún así se arriesga. No sabe bien por qué, después de todo él nunca fue mucho de apostar. Pero hay algo en la sonrisa de Victoria que lo anima a cometer cualquier clase de locura.
Ella por su parte llega a su departamento y se tira en el sillón. No tiene ganas de almorzar, mucho menos de hacer cualquier actividad relacionada a la facultad. Simplemente quiere quedarse ahí y no pensar en nada. Hace días que Bianca está encima de ella, sin dejarla sola, porque sabe que cuando está sola se maquina. Piensa en todo lo que pasó y se siente mal. Se siente culpable. Por no haberle contado a Jazmín. Por tener algo con Benjamín. Por no medir las consecuencias de sus actos. Se duerme pensando en eso y dejando caer algunas lágrimas pequeñas.
Es Bianca la encargada de despertarla horas más tarde, pidiéndole que fuera a su departamento a tomar mates con ella y Franco. Entonces se cambia en cuestión de minutos y camina hacia su destino escuchando música, y cantando bajito.
-         ¿Vas a hacer algo a la noche Vickyta? – las dos están en el balcón disfrutando de la brisa vespertina.

-         No sé, ¿ustedes planearon algo? – termina el mate y se lo devuelve a Bianca.

-         Mmm… no. Agos fue la única que me dijo que tenía ganas de salir. Jazmín se vuelve a su casa y Pierina se queda con el novio.

-         A mi Benjamín me invitó a cenar – se prende un pucho y se abraza a sus rodillas con fuerza, mirando el horizonte.

-         ¿Y qué vas a hacer? – Bianca la mira seria.

-         Creo que… voy a ir. Necesito hablar con él.

-         ¿De?

-         Todo – fuma una pitada y hace una pausa – hay muchas cosas que necesito decirle.

-         Si vos crees que es lo mejor… - y Vicky le sonríe porque cada día se asombra más de la incondicionalidad de Bianca.

A la noche Victoria viaja en un taxi hasta el departamento de Benjamín. Y sube a toda velocidad por la escalera por si existe alguna posibilidad de que alguien la vea. Él ya tiene todo listo y la recibe sonriente. Lo que él no sabe, es que en todas éstas semanas – y particularmente en éstas últimas horas – Victoria estuvo replanteándose muchas cosas. Y la balanza que mantuvo el equilibrio por tanto tiempo, esa que parecía funcionar exactamente como debía, acababa de inclinarse. Y se inclinaba hacia su lado, el de ella.
Y ese era el punto. Ella. Ella que siempre vivió al límite, que necesita constantemente de algún lío rondándole la mente para no aburrirse. Que siente que la adrenalina es un factor desencadenante en su vida, y por eso siempre la busca. Pero ésta vez Victoria dijo basta. Y a eso fue a lo de Benja. A plantearle que a ella le duele y le jode a partes iguales la situación por la que pasan. Que es conciente que así lo conoció y que lo aceptó desde un principio. Pero hubo algo en el medio que no le permitió seguir. Y ese algo es la manera sobrenatural en la que le tiemblan las piernas cada vez que él le sonríe, o su capacidad arrolladora para hacer desaparecer cualquier problema con un par de besos y abrazos. Díganlo ustedes, lectoras, porque éste personaje nunca lo confesará: Victoria sentía cosas por Benjamín. Victoria se estaba enamorando de Benjamín. Y justamente por eso es que decide dar un paso al costado. Claro mujeres, claro que es complicada. Pero todo en su vida en un embrollo. Un embrollo en el que ella se entiende. Porque Benjamín le importa demasiado como para arriesgarlo a hacer algo que quizás en el fondo no quiera. Porque si el tiempo es lo que afecta, si el tiempo acusa, lo que hay que hacer es esperar. Dejar un entretiempo para replantearse cosas, para dejar que otras fluyan, y fundamentalmente para respirar, para desatarse.
Y Benjamín no sabe qué decir después de que Victoria le escupiera semejante verdad. Obvio que a él algo le pasa también, si no nunca hubiera arriesgado de esa manera cosas que para él son importantes. La rubia lo tenía loquito, y no tenía problema alguno en admitirlo. Y sabía que la estaba lastimando. Sabía que el límite lo estaba poniendo él, que ese freno de mano a ella le dolía más que el choque mismo. Pero era lo que él podía ofrecer en ese momento. Y sí, concuerda con ella. El destiempo es lo que les juega en contra. El destiempo, el destino, las vueltas de la vida o como quieran llamarlo. Daría su vida entera por barajar y dar de nuevo. Por gritar basta para todos y que la rueda vuelva a girar. Pero ésta vez para su lado.

-         ¿Qué te pasa, Vi? – Victoria vuelve a la casa de Bianca con restos de lágrimas en los ojos.

-         ¿Quién es, Pipi…? ¿¡Victoria qué te pasó!? ¿Te hicieron algo? – Franco y su cariño sobreprotector fuera de control.

-         Estoy bien. Lloré un rato nada más – y se abraza a su amiga, y le hace señas a Franco para que se una al abrazo. Ellos son lo más cercano a una familia que tiene en la ciudad de la furia.

-         ¿Y cómo te sentís? – sabe a qué se refiere Bianca. Y sonríe apenas.

-         Libre. Me siento… liberada – se separa y le sonríe un poco más. Victoria está loca, pero ésta vez está loca de amor.

-         Bueno, mejor las dejo con sus cositas. Hay temas de los que prefiero no enterarme – Fran le revuelve un poco el pelo y se va a la cocina con repasador al hombro – las llamo para cenar, Pipinas – y las dos se ríen.

Victoria pone a Bianca al tanto de todo. Y su amiga está feliz porque ella también lo está. Porque sabe que ahora puede respirar un aire de libertad y eso es lo que la hace sentirse plena. Se sacó de encima un peso enorme, pero siendo honesta, dejando esa puerta abierta a lo que quizás vendrá.
 Y ahora sí, la siguiente en enterarse fue Jazmín. Que aceptó ir a charlar con Vicky al departamento porque la conoce, y porque algo intuía. Y se piden perdón y se abrazan mucho, como amigas que son. Jazmín jura no decir nada – ni siquiera reírse en clase si se da la oportunidad. Y Victoria… Victoria le promete no volver a ocultarle algo así. Bah, le promete no volver a meterse con un profesor, y ahorrarse éste tipo de situaciones.
-         Vicky – él nuevamente, que la intercepta afuera del salón.

-         Benja – le sonríe porque lo quiere. Y porque él lo sabe - ¿todo tranquilo?

-         Bastante – y él también le sonríe con sus ojos oscuros. Que paradójicamente brillan más cuando se cruzan con los celestes de ella - ¿vos estás mejor?

-         Estoy bien – y otra sonrisa – arreglé lo que tenía que arreglar.

-         ¿Y te perdonaron? – mira de reojo a Jaz, que la está esperando con Bianca unos pasos más adelante.

-         Me perdonaron – y sonríen cómplices.

-         Te dije, rubia. Todo tiene arreglo – y le acaricia el hombro apenas.

-         Por suerte sí – la situación se torna algo incómoda, y por eso ella mira el piso – me… me tengo que ir. Nos tenemos que poner a hacer el trabajito que nos diste.

-         Me parece bien, vayan – mete sus manos en los bolsillos y la ve alejarse - ¡Rubia!

-         ¿Qué? – se da vuelta confundida.

-         ¿Hablamos al final de la cursada? – se acerca a ella y casi se lo susurra.

-         Te llamo cuando apruebe mi final – una guiñada de ojo para luego correr hacia sus amigas y perderse por el pasillo.

Las abraza con fuerza y sonríe con ganas. Benjamín y ella quizás estén destinados a cruzarse. O a volver a cruzarse, podríamos decir. Pero por ahora, tal vez, es mejor así…
Tal vez, sera mejor caer,
Y volverse a levantar
Llorar, perder el miedo
Y volver a empezar
Yo se que duele terminar
Que el mundo no se va a acabar,
Y que la vida debe continuar
Y aunque mañana te siga pensando
Se que tu y yo no podemos hablarnos
Tal vez, sera mejor
Y aunque la duda me robe un suspiro
Sera difícil que seamos amigos
Tal vez, sera mejor

lunes, 23 de julio de 2012

Incompetentes | Capítulo Siete


VII.                    Intentando.

Vicky encuentra seis llamadas perdidas de Franco cuando termina de cambiarse para ir a la facultad. Se olvidó completamente de avisarle que había llegado sana y salva a su departamento. Pero en fin, tenía sobradas razones para no prestarle atención a su teléfono, aunque claro está que no podría explicárselas al hermano de su amiga. Anota mentalmente pensar una excusa por si se lo cruza a la brevedad.

Camina hacia la parada del colectivo concentrada en su música y en lo lindo del día. A pesar de ya estar a fines de marzo, los días se mantienen cálidos, y reina esa brisa matutina que a Vicky tanta paz le da. Canta bajito una canción de Los Piojos que suena en ese momento en su reproductor y mira a su alrededor buscando rastros de cierto profesor que la tiene bastante loquita. Pero no hay nada. Seguramente fue a cursar más temprano.

En el colectivo se encuentra con Jaz, que va con la cabeza apoyada en el vidrio y los ojos cerrados. Le hace sonar el celular para que se despierte y charla con ella hasta que llegan a la facultad. Tiene que contenerse para no ponerla al tanto de todo lo sucedido, pero lo prometido es deuda, y con Benja acordaron no comentar nada con nadie.

Los primeros bloques de clases pasan rápido, sobre todo porque el de Metodología de la Investigación Social los hizo formar grupos de debate en base a temas actuales y controvertidos, y eso hizo todo más dinámico – aunque muchos quedaron reculando cuando su opinión era invalidada por un argumento más fuerte.

-         ¿Por qué no son todas las clases así? – Bianca ama a su profesor y a la materia, por ende, todo lo que se haga en esos módulos para ella será lo mejor de la carrera.

-         Porque muchos terminarían con ataques cardíacos – Jaz está sentada en uno de los bancos del jardín de la facultad, abasteciéndose de rayos de sol, según sus propias palabras.

-         ¿Qué tenemos ahora? – Agos lee entretenida uno de los fallos de Constitucional y hace anotaciones al margen.

-         Constitucional – y a Vicky se le escapa un poquito de felicidad cuando pronuncia la palabra.

-         Uy, genial. Tengo que preguntarle a Benja algo del fallo que no entendí – saca un par de hojas de la cartera y Victoria frunce el seño apenas.

-         Nosotras estuvimos hasta las once ayer con el trabajito ese y no lo terminamos – a Bianca no le cuesta expresar su odio visceral por la materia y el ayudante - ¡encima la llamé a mamá para que me cuente Elortondo, que es interminable, y no me quiso decir nada!

-         Capaz que no se lo acuerda, Bi. ¡Hace años luz que hizo la carrera! – Victoria se tienta porque sabe que la madre de Bianca le daría un ubicate a Pierina si estuviera ahí escuchándola.

-         Además no es tanto, Pipina. Son treinta hojas – Agos le pellizca los cachetes con dulzura.

-         ¡Pero son infumables! – nadie va a sacar a Bianca de esa posición.

El recreo termina a las once y media, y las cinco suben atolondradas las escaleras hasta el tercer piso. Se acomodan en sus bancos y siguen hablando de la vida, como hacen siempre. Pero, Vicky no para de mirar de reojo la puerta. Siente una especie de cosquillas en la panza de la ansiedad que tiene por verlo entrar. Sonríe cuando se acuerda del “Nos vemos en la facu” que dejó escrito en su mesa de luz, y ante las reiteradas miradas amenazantes de Bianca decide prestar atención al relato de Jazmín, que había empezado a salir con un amigo de su hermano y las estaba poniendo al tanto.

-         Buenos días, chicos – Félix y su alegría sincera entran al salón seguido de Benjamín y su mochilita al hombro.

-         Buen día – el salón a corito que termina de acomodarse en sus pupitres.

-         ¿Qué tal ese fin de semana? – el profesor deja todas sus carpetas sobre el escritorio y los mira intrigado, al tiempo que le entrega la lista a Benja para que tome asistencia.

-         ¡Si le contáramos, profe! – Fernando siempre dando la nota. Todos se ríen de la acotación - ¡no sabe lo descontroladas que estaban las chicas! – y todas abuchean en señal de reproche. Ellas jamás habían experimentado lo que era el descontrol, claro está.

-         ¡Por favor! Estoy seguro que todas éstas señoritas se comportan como ladys en todos los ámbitos de su vida – los hombres revolean los ojos, y se quejan sonoramente. Las mujeres sonríen divertidas y por supuesto que le dan la razón a Félix.

Cuando Benjamín termina de tomar asistencia, Félix le encarga que copie un cuadro sinóptico en el pizarrón mientras él los introduce al tema. Vicky aprovecha entonces para sacar su celular con disimulo y mandarle un mensajito de texto. “Qué linda le queda la corbata, doc. Intente no mancharse el traje con tiza”. El chico esboza una media sonrisa cuando lo lee y se voltea para mirar a la clase con disimulo. Obvio que Vicky está observándolo fijamente: es una especie de atracción instantánea la que tienen.

-         Victoria, te voy a pegar con la constitución si no cambias esa cara de boluda total que tenes – Bianca la codea y la mira con reproche. Vicky se muerde la lengua para no reírse a carcajadas.
“A usted le queda muy linda esa pollera, Licenciada. Pero, ¿no es muy corta para la facultad? Imagino que no viene a levantar profesores”. Vicky tiene que taparse la boca para no reir, y Félix la mira confundido. “¡sí, Vicky, aunque parezca chiste así de fácil se veta una ley!” Ella se limita a hacerse la que estaba escuchando y muestra indignación – aunque no tanta como la que expresa Bianca por su falta de atención.
La clase transcurre así, entre miradas disimuladas y algún que otro mensaje de texto a escondidas. Victoria se siente una nena de quince haciendo éstas cosas, pero sonríe constantemente, y esa es la razón principal por la que se la sigue jugando. Porque Benjamín la llena de cosquillas en la panza. Y porque como diría Cordera, [i]por un te quiero se la juega a morir[/i].

Y de ésa manera pasan las semanas siguientes. Con encuentros clandestinos en la casa de uno u otro, confiando en la complicidad de sus amigos pero escondiéndose de los demás, de los extraños. Benjamín era la cuota de racionalidad en ésta pareja, mientras que Victoria se encargaba de enloquecerlo hasta hacerlo olvidar de ésta realidad que les tocaba. Todo iba sobre rieles, y Vicky estaba empezando a creer que había [i]algo más[/i] que simple química entre ellos. Bianca era la única que lo sabía, y estaba asustada. No quería que su amiga saliera lastimada.

Un jueves por la tarde, Victoria, Bianca y Jazmín están haciendo un trabajo práctico en la Biblioteca de la Facultad. Llevaban horas navegando en libros de Historia de las Ideas Políticas y estaban un poco hartas. Así que, por unanimidad, decretaron terminar con la sesión de estudio del día. Después de todo, les faltaba poco para terminar.

-         Chicas, ¿si vamos al shopping a tomar algo? – Jaz termina de guardas los libros en su cartera y las mira compradora.

-         Dale, yo me prendo – Bianca siempre estará al pie del cañón - ¿Vi?

-         Ehh… no, no puedo – mira a Bianca cómplice, para que entienda.

-         ¡No me digas que te vas a seguir estudiando! ¡No seas ñoña Victoria! – Jazmín se ofende – es un ratito nada más.

-         No te enojes Jaz, no puedo – Vicky pone cara de buena para que afloje.

-         Dejala Jaz, vamos nosotras – Bianca no aprueba su [i]relación[/i] con Benja, pero la banca en sus locuras. Ya lo dijimos, Bianca siempre está al pie del cañón.

-         ¿Y se puede saber qué tenes que hacer?

-         ¡Chusma! Cosas tengo que hacer…

-         Te vas a encontrar con un chongo, ¿no? – y una ola de frío recorre la espalda de Victoria. Era un terreno peligroso – Te conozco, Victoria, ¡contame ya!

-         Jazmín, dejá de hacerte una película con todo. Tiene cosas que hacer, nosotras tenemos que ir a tomar algo, ¿podemos apurar los trámites?

-         No, ahora quiero que me cuente

-         Me voy, que se me hace tarde, chicas. Vos deja de hacerte películas con mi vida, y vos llamame a la noche – un beso en cada mejilla y se va.

Victoria corre hasta la parada de colectivo y le manda un mensaje a Benjamín para que sepa que está yendo. Él salió temprano del laburo y estaba preparando una merienda para los dos, porque esa semana casi no se habían visto. Vicky apoya su cabeza en la ventana y piensa. Incluso casi se siente mal. Por no poder compartir esto con sus amigos, con su familia. Ya había aceptado que [i]algo[/i] sentía por Benjamín. Que había algo más que la simple diversión, o la atracción, o lo prohibido, o lo que muchos considerarían incorrecto. Nunca se lo había dicho a él, porque no estaba segura de que fuera recíproco, y eso la asustaba. Entonces se limitaba a dejar que las cosas sean, que fluyan como hasta ahora. No quiere forzar las cosas porque tiene miedo de arruinarlas.

Había pasado innumerables tardes hablando del tema con Bianca, mientras ella intentaba convencerla de que corte todo de raíz, que además de ser peligroso, puede lastimarla mucho, que ella no quiere eso para su vida. Y Vicky lleva tiempo pensando en eso. Porque siguiendo con el razonamiento de Bianca, se pone en la balanza los puntos positivos de su [i]relación[/i] con las contras que tienen, es evidente hacia qué lado se inclina. Pero a Vicky no le importa, porque es así de arriesgada, ya lo vimos. Ella se la juega entera por una sensación, por un impulso lo suficientemente racional. Juega todo el tiempo con los riesgos, y ese es el motor de su vida. La incertidumbre, el cambio, la posibilidad. Sabe que la caída puede ser terrible. Incluso ya muchas veces la han lastimado, pero eso no es un obstáculo. La adrenalina del momento, por más corto o largo que sea, es lo que la hace respirar.

-         Hola – él le abre la puerta del departamento descalzo y con una sonrisa – pasa.

-         Permiso – y cierra los ojos para sentir el perfume tan característico del departamento de Benjamín. Porque en éste tiempo había descubierto que era [i]un toque[/i] maniático con el órden y la limpieza de su hogar.

-         Ey, ¿qué te pasa? ¿era muy jodido el trabajo? – Benja chasquea los dedos porque Vicky se quedó como colgada.

-         No es tan jodido como los de constitucional – y se ríe porque lo está chicaneando – esos sí que son un bodrio.

-         Sí, me dijeron que el profesor era un goma tremendo. Pero el ayudante… - y pone una cara graciosa – un ídolo indiscutido.

-         Mmm… a mi no me llegó esa data – lo sigue hasta la cocina, donde está terminando de preparar las cosas.

-         ¿Qué te pasa que estás en bardera, polvorita? ¿los politólogos te dejaron de mal humor?

-         No, estoy ofendida con vos – y él la mira extrañado.

-         ¿Conmigo? ¿Por? – no entiende.

-         No me diste un beso todavía – y él se sonríe y termina de servir el té.

-         Vos tampoco me diste un beso, estamos iguales.

-         No… Franco me enseñó que cuando una de las partes manifestó cumplir puede exigir el cumplimiento de la otra – lo había escuchado ocultar eso para un exámen dos o tres noches atrás.

-         Ah, mira que copado Franquito dándote clases de civil… ¿te dijo que también podes pedir la recisión?

-         Pero no quiero rescindir, quiero que cumplas – se acerca y lo abraza por la espalda.

-         ¿Y si no quiero? – él le hace hombritos y ella se enoja un poco más.

-         Te obligo.

-         Cumplimiento forzoso se llama eso – se da vuelta y la besa un rato.

Ya es la tardecita, y una brisa fría entra por la ventana del comedor. Vicky está tirada en el sillón, y Benjamín habla por teléfono con un compañero del estudio. Ella hace zapping pero no presta demasiada atención a las imágenes que tiene delante. Sabe que tiene que permanecer callada y no hacer casi ningún ruido. Menos aún puede salir al balcón, porque alguien la podría ver. Y le molesta, y se enoja. Pero sacude la cabeza para que esas ideas se vayan. Es lo que eligió y es lo que se tiene que bancar.

-         Perdón… Joaco tenía una duda sobre unos escritos que le dejé – salta y se sienta al lado de ella - ¿qué pensas?

-         ¿Mmm? – ella estaba subsumida en sus pensamientos. Él se ríe y la besa un poco, mucho, bastante.

 Y ella se deja besar, porque necesita sentir, o imaginar, que él la quiere y también elije esto… que es complicado, que parece completamente equivocado y a contra corriente. Esto que no tiene nombre, pero que a la vez no lo necesita. Vicky siempre fue adepta a la escuela de exprimirle a los momentos lo mejor de ellos. De disfrutar lo que se hace, sin pensar en lo que podrá pasar después. Quizás porque le asusta el segundo paso, porque no le gusta enfrentarse a lo que viene, o porque realmente cree que la belleza de la vida está en los placeres momentáneos. No es de las que ocupan su tiempo en pensar en lo que hará mañana, o pasado, o en diez años. Ella actúa, se deja llevar por sus instintos y pasiones. Es muy inquieta como para analizar situaciones, es mandada y deja que la vida la lleve por distintos caminos.

Así llegó a Benja, a su lío, a su torbellino de sensaciones y deberes morales contrapuestos. Pero la misma vida fue la que la llevó a esa facultad, a esa cátedra y a ese ayudante. Es como prueba y erros, puede pasar. Pero ella juega con eso, intenta mover las fichas a su antojo, tratando de armar una pirámide que puede ser frágil, y que tiene riesgos de ser derrumbada. O de derrumbarse sola. Un movimiento en falso… y al precipicio.

-         ¿Ya te vas? – Benja vuelve a entrar al cuarto y la encuentra terminando de  ponerse las zapatillas.

-         Sí, le prometí a Bianca que iba a hablar con ella a la noche – frunce los labios y él se acerca para besarla despacito.

-         ¿Y si le decis que hablan mañana? – le sonríe comprador, pero Vicky no está dispuesta a ceder.

-         Me mata – y se ríen.

-         Bianca no me banca mucho, ¿no? – Benja achina los ojos y Vicky lo empuja con suavidad – noto una tensión especial cuando me hace preguntas en clase.

-         Estás loco, Benjamín – se mira al espejo y lo ve acercarse.

-         No, esa sos vos, rubia – le deja un beso en el cuello y ella siente escalofríos - ¿no te quedas entonces?

-         No, ya me voy… ¿tenes que bajar a abrir?

-         Sí, banca que me pongo una remera – un aplauso para Vicky que lo tuvo en cuero y fue capaz de decirle que no.

Se besan un rato antes de irse. Digamos que el recorrido al ascensor sufrió un estancamiento en el living de su casa. Vicky parece estar en una nube, como en otra galaxia cuando está con él. Pero, a partir del minuto que pasa desde que se despiden, cae en la realidad. En la suya, en la de los dos.

-         Te veo pasado mañana en clase, ¿no? – Benja está apoyado en el marco de la puerta de calle y la mira sonriente.

-         Ajam – lo dice sin ganas - ¿y no en clase cuando te veo?

-         Mmm… ¿coordinamos, queres? Tengo que hacer unos trabajos en grupo…

-         Ah, ok – y él nota lo frío de su respuesta.

-         Ey, Vi… no te enojes. Sabes como es esto.

-         ¿Y qué es esto? – sabía que no era el momento ni el lugar para preguntarlo. Pero, ya lo sabemos: Vicky explota.

-         ¿Vicky? – ella se da vuelta y cree morir. Bianca y Jazmín en frente de ellos. Benjamín con los ojos casi fuera de lugar. Y el corazón que le late a mil por hora - ¿qué es esto?

Y esa era la pregunta. De eso se trata ésta cuestión. Ahí está el punto. Porque ni Benjamín, ni Victoria le habían puesto un nombre. Porque quizás no se lo preguntaron, o porque nunca se lo plantearon. Pero, era tiempo de cuestionarse las cosas. Esto, eso, lo de ellos ¿qué es?

Justo entienderon todo cuando no habia mas nada que entender
La gloria a veces sabe bastante incierta
Intentando ponerle un apodo a eso que bien sabe llamarse amor
En cierta forma dandose tregua


jueves, 19 de julio de 2012

Incompetentes | Capítulo Seis



VI.                    Pirata

Dos semanas después del incidente de Benjamín con Victoria, las cosas parecían volver a tomar su curso normal. Y con esto me refiero a que ambos intentaban actuar como si lo ocurrido entre ellos fuera un paréntesis, un desliz sin consecuencias, como un cero a la izquierda: algo que nadie nota y que nada modifica.

Eso intentan, al menos. Porque Vicky sigue sintiendo las mismas cosquillas en la panza cuando lo ve entrar al aula enfundado en su traje negro y sus corbatas de mil colores. Se odia porque es consciente que debería catalogarlo como el peor de los hombres por cómo se comportó. Pero no puede. Es que con sólo mirar fijo sus ojos oscuros, nota que hay un dejo de arrepentimiento… como si quisiera pedirle perdón con la mirada.

Por supuesto que Bianca, a ésta altura, ya lo odia. Y planea mil y un venganzas para cuando termine la cursada. Vicky se limita a reírse de sus ocurrencias – y a esperar que sean sólo eso: ocurrencias. La cuestión es que su amiga la obligó a continuar con su vida, e incluso le presentó a uno de sus amigos de la infancia el sábado pasado, con la esperanza de que deje de pensar en Benjamín. Y hay que decirlo: Jerónimo es un sol, y Vicky la pasó bien con él. Al que no le hizo mucha gracia, obviamente, fue a Franco, que puso el grito en el cielo cuando se enteró de las brillantes ideas de Bianca.

Ese miércoles a la tarde, Victoria está en el departamento de Bianca empezando con un trabajo práctico de Constitucional, que tendrían que entregarle a Benja la semana próxima. Se encierran en el cuarto de Bian porque Franco y sus compañeros están preparando un final en el comedor y necesitan concentrarse – y porque Martín también está ahí, y su amigo quiere mantenerlo lejos de su hermana. Entonces la tarde transcurre entre manuales, guías de estudio, fallos interminables y la bendita Consitución, que corre riesgo de terminar incinerada.

-         No entiendo por qué tengo que hacer esto si quiero ser politóloga, no abogada – Bianca está tirada en su cama y subraya lo que cree importante del fallo.

-         El año que viene creo que tenemos economía, que va a ser peor – las dos ponen cara de asco y siguen leyendo - ¿qué hora es, Bi?

-         Mmm… casi las ocho – y no pueden creer lo rápido que pasa el tiempo – en un rato salgo a preguntarle a Franco si van a pedir comida o algo.

-         Sí, por Dios que tengo hambre… - chequea su celular pero no encuentra nada - ¿vamos a fumar un pucho?

-         Bajemos a comprar algo para tomar y de paso fumamos – Bianca se sienta en su cama y se calza sus sandalias negras.

Salen del cuarto y encuentran que el comedor es un jolgorio. Parece que los abogados se aburrieron de estudiar y están hablando de la vida. Bianca le pide a Franco que se ocupe de pedir algo para cenar mientras ella baja a comprar las bebidas. “Nada con alcohol, Bianca, que estamos estudiando” y sufre el abucheo de sus compañeros de estudio.

Vicky llama al ascensor mientras su amiga calcula cuántas botellas tiene que comprar. Todavía está perdida en los fallos que Benja les dio para leer, así que no tiene demasiada capacidad de reacción. Estuvo pensando en él toda la tarde, y eso le da bronca. Aunque claro, es obvio que piense en él: le tiene bronca por haberla dejado a mitad de camino. Es una basura, un idiota, el típico flaco hijo de puta… Claramente, no se merece ni siquiera estar en sus pensamientos. Por eso se enfoca en deliberar con Bianca cuántas gaseosas hacen falta, y qué cosas pueden llevar para una buena picada. Aman ir juntas al supermercado, porque siempre terminan comprando porquerías.

Salen del lugar cargadas de bolsas, y agradecen estar tan sólo a dos cuadras. Vicky pide hacer una parada en el kiosco porque estaba por quedarse sin puchos, así que media cuadra antes de llegar al departamento vuelven a frenar. Bianca la espera en la puerta con las bolsas, cantando bajito una canción que se le quedó pegada esa tarde.
Vicky pide sus cigarrillos y compra también un paquete de chicles sabor cítricos, esos que tanto le gustan. Se dispone a pagar cuando algo la saca de sus esquemas: Benjamín está entrando al lugar con su traje azul oscuro y su mochila al hombro. Está muy absorto en su celular como para notar que ella está ahí, intentando salir sin que se de cuenta.

-         Son nueve con cincuenta, flaca – el kiosquero está esperando todavía que Vicky le pague.

-         Ah, sí… disculpá – le entrega un billete y Benjamín le reconoce la voz, por lo que levanta la vista – Hola, Benja.

-         Hola Vicky – se le acerca sonriente y le deja un beso en la mejilla, como si nada… - ¿todo bien?

-         Sí, haciendo mandados con Bianca – toma el vuelto y lo guarda apurada en su bolsillo – nos vemos en clase – le sonríe lo más naturalmente posible y sale del lugar.

Bianca y ella caminan rápido hasta el departamento, donde seguramente los amigos de Franco las están esperando ansiosos para picar algo antes de que llegue la comida. Vicky la reta por no haberle avisado de la presencia de su profesor en el kiosco, pero ella acusa no haberlo visto: Bianca lo ignora olímpicamente cada vez que puede.

Dicho y hecho: una avalancha de abogados en potencia se les vienen encima apenas atraviesan la puerta del departamento. Franco se ofrece a ayudar a Vicky con las bolsas, pero a Bianca la deja sola, todavía enojado por su buchoneada con la madre de ambos. Martín no tarda en ofrecerse para llevar todo, obvio, y los demás los observan divertidos y hambrientos.

-         Franco, ¿pediste algo para cenar o no servis ni para eso? – Bianca lo mira ofendida desde detrás del desayunador.

-         Ya encargué, Pipina – le guiña un ojo sobrador mientras saca una de las cubeteras de la heladera - ¿a vos se te perdió algo, Tincho?

-         Vengo a buscar los vasos, campeón – le palmea la espalda al tiempo que le sonríe a Bianca.

-         ¿Nosotras volvemos a la pieza, Bi? – Vicky está terminando de sacar los snacks de las bolsas.

-         Ellos no están estudiando ahora, ¿podemos ocupar el living, no? – ironía punto com.

-         Sí, mientras Martín se quede en el comedor – le saca la lengua a su hermana y se lleva un par de botellas.

Vicky ayuda a Bianca a acomodar vasos y cazuelitas en el comedor, mientras Franco y los demás apilan libros en uno de los muebles: era el tiempo del break de estudio. Martín se apodera de la computadora para poner un poco de música, y los demás se ponen cómodos esperando que todo esté listo.

-         Bianca, ¿podes bajar a abrir? Tocaron timbre, es uno de los chicos – Franco está ocupado hablando por teléfono con Sofía.

-         ¿Tengo cara de portero, nene? – ella hablaba con Martín, para variar.

-         ¿Queres que baje yo? – Vicky también está ahí.

-         No, deja. Ahora vengo – se levanta protestando y pega un portazo que aturde a todos.

El problema mayor no es el enojo de Bianca cuando dejó el departamento, si no la cara que tiene cuando vuelve.  Victoria no la entiende hasta que ve quién entra detrás. Benjamín de nuevo. Con su traje azul oscuro, su mochilita al hombro, su mano despeinando su pelo, nervioso, sus ojos oscuros que la encuentran con rapidez. Su media sonrisa que la desarma, su expresión de no entender demasiado…

-         ¿Qué haces, Benja? ¿qué onda el estudio? – Martín se levanta para saludarlo, Vicky sólo lo mira.

-         Y… hoy estuvo movidito – su cara de cansado evidencia todo - ¿ustedes como vienen con DIP?

-         Avanzamos un poco… lástima que hay un pollerudo que corta cada diez minutos para hablar con la novia – se burla de Franco mientras los demás se ríen.

-         No tengo novia, campeón – el susodicho grita desde el balcón.

-         ¡Yo no dije que eras vos, charquito! – nuevamente las risas.

-         Hola de nuevo, Vicky – esa sonrisa.

-         Hola Benja – ella no se queda atrás – nos estamos viendo seguido, parece…

-         El destino – se sonríen y él sigue saludando a los demás.

-         “El Destino” – Bianca lo imita y Vicky lo mira mal – idiota…

-         ¡Bianca! ¡No seas así! – ni Victoria sabe por qué lo defiende.

Los amigos de Franco se caracterizan por ser copados, así que la coexistencia esa tarde fue muy amena. Vicky la pasa genial porque se divierte con las ocurrencias de todos, desmitificando así, que los estudiantes de derecho son monótonos y aburridos. Claro está que los ojos se desvían dos por tres hacia donde está Benja. Es algo casi inconsciente, como un reflejo. Cruzan miradas en algunas oportunidades, y se sonríen. Como si fueran cómplices de algo, que en realidad no existe, algo que se empeñan en disimular.

Franco divide su tiempo entre Bianca y Victoria. Vigila a ambas, con diferentes intenciones. Ubica a Martín al lado suyo para que su hermana quede lejos de él, y así evitar el contacto entre ellos. Pero después de un rato se relaja y se divierte con las diferentes anécdotas de todos.

La comida llega un rato después, entonces Franco y Martín bajan a buscar las cosas mientras Bianca acomoda la mesa. El resto se traslada al comedor, todavía charlando entre ellos y ofreciendo ayuda. Entre todos ponen el mantel, buscan vasos, servilletas y cubiertos para las mujeres. Cuando los dos hombres regresan con las cajas, todo parece listo.

-         Fran, dame las cajas así corto las pizzas – Vicky le extiende la mano y él le entrega lo que le pide.

-         ¡Fijate que en el primer cajón está la cuchilla! – Bianca está sirviendo gaseosa y le grita a su amiga para que encuentre las cosas.

Entra a la cocina, deja la pizza en la barra del desayunador y busca la cuchilla. Escucha pasos detrás y se da vuelta creyendo que es su amiga que no confía en que ella encuentre las cosas.

-         ¡eh, vengo en paz! – Benjamín y su sentido del humor levantan las manos .

-          No te recomiendo que te acerques, puedo ser brava – Vicky sonríe triunfal y empieza a cortar las porciones - ¿te mandaron a morir a la cocina?

-         Me mandaron a poner las empanadas en platos. ¿Me dirías dónde están?

-         Toma, vos seguí con la pizza que yo acomodo el resto – deja la cuchilla en la caja y busca en los aparadores los platos chicos.

-         ¿así de fácil me entregas el arma? – claramente parece que no pasó nada entre ellos.

-         Confío en tus buenas intenciones – le sonríe y se sienta justo en frente.

-         Vicky… - la mira como retándola. Los dos saben dónde puede terminar esa conversación.

-         ¿No hay un principio en el derecho que dice que hay que presumir la inocencia?

-         Bien, parece que me escuchas cuando doy las clases – esa sonrisa de nuevo.

-         Siempre te presto atención – pero no lo mira, simplemente sonríe y separa los diferentes sabores de empanadas.

Los dos llevan la comida a la mesa ante la mirada de Bianca, que no es la más amigable del mundo. El resto los aplaude, están hambrientos.  Franco decreta que tienen que comer en veinte minutos, así pueden seguir estudiando. Sus amigos lo abuchean pero saben que tiene razón: a eso se juntaron. Las chicas por su parte están dispuestas a terminar el trabajo para Benja – y Vicky a estirar el tiempo lo más que pueda: quiere volverse caminando con él.

Bianca no tiene el mejor humor del mundo. Cree que Benjamín es básicamente un imbécil y que Vicky tiene que mandarlo a freir churros a la brevedad. Pero Victoria no puede, porque cuando ella quiere algo no para hasta conseguirlo. Aunque siente que con él pasa algo diferente, algo que va mas allá de un capricho o un antojo sin razón. Sería cuestión de averiguarlo con el tiempo, pero mientras tanto, emplearía todas sus armas para conseguir un rato más con él. Lo extraña pero no lo quiere admitir.

-         Vicky… ¿terminaste de leer Elortondo? – Bianca está despatarrada en su cama, leyendo un fallo interminable.

-         No… voy casi por la mitad – pero lee por inercia. Está atenta a los sonidos del comedor.

-         ¿Puedo ir al comedor a cagarlo a trompadas? ¡30 páginas tiene este fallo! ¡mira que tan basura iba a ser!

-         No es culpa de él, es culpa de la corte – pasa una página más – pero si queres pegale, que yo después lo cuido.

-         ¡¡Victoria!! – Bianca se levanta de repente de la cama – no entiendo que te siga gustando ese idiota, de verdad no lo entiendo.

-         Shhh, seguí leyendo Pipina. – claro está que la mira mal.

Cerca de las once de la noche, Bianca no quiso saber más nada con el trabajo. Vicky entonces decide darse por vencida, juntar sus cosas y partir hacia su departamento. Lo gracioso es que se encuentra con los amigos de Franco en la misma situación cuando sale de la pieza.

-         Franqui, ¿nos pedís un taxi porfa? – una rubia de piernas kilométricas se levanta del sillón para hablar con el dueño de casa. Vicky gruñe internamente porque Benjamín se queda mirándola demasiado.

-         Sí, ahora llamo – él está haciendo una pila de vasos que corren el riesgo de caer de un minuto a otro - ¿alguien más necesita un taxi?

Los hombres se hacen los machos y anuncian que ellos se tomarán el bondi. Todos menos Benja, que como vive cerca se va caminando. Y Vicky también, obvio. Está terminando de ponerse su saco de hilo cuando un mensaje llega a su teléfono. “¿Vas para tu casa, rubia?” y bastó una sonrisa y una mirada cómplice para que él supiera la respuesta.

De seguro que si Bianca estuviera ahí, despotricaría contra él por ciclotímico. Pero ya lo dijimos, Victoria tiene ganas de él, y nada puede hacer contra eso. Aunque las consecuencias fueran quedar como un ente una semana más. Instantáneamente una canción de Las Pastillas le atraviesa la mente “El que no arriesga no gana, dijiste, el que arriesga puede morir por amor…” Poco le importó el remate de la frase. Estaba dispuesta a seguir jugando.

-         Vi, ¿queres que te acompañe? – Franco se acerca a ella y le sonríe despacito.

-         No, Fran gracias. Me voy caminando, no te hagas drama.

-         Pero es tarde, Vicky. Y no me cuesta nada – la cara de pobrecito de Franco es idéntica a la de Bianca. Pero no podía dar el brazo a torcer.

-         Yo voy para el mismo lado, Fran. – él irrumpe en la conversación.

-         ¿Y cómo sabes eso? – un ataque de celos inunda el ambiente - ¿por qué sabes dónde vive?

-         Nos cruzamos en la parada del bondi para ir a la facu, y hablamos de eso una vez… - Vicky para mentir es mandada a hacer.

-         Bueno, ¿avisas cuando llegas? – Franco no iba a quedarse conforme.

-         Te aviso, Franqui. Gracias – un beso sonoro en la mejilla y atraviesa la puerta del departamento casi saltando de felicidad.

Benjamín y Victoria suben juntos al ascensor, y se miran de reojo. Ella está apoyada en una de las paredes, jugando a sacarse el esmalte rojo de las uñas como si fuera lo más entretenido del mundo. Él lleva las manos en los bolsillos y la mira, como hipnotizado. Está casi confirmado que al destino le encanta jugar con ellos, con sus ganas, con sus oportunidades. Y él está cansado de remar en contra de la corriente, quiere dejarse llevar por la marea… Si tiene que ser, que sea.

Los dos saludan al hombre de seguridad de la puerta y emprenden camino, no saben bien a dónde. Ellos caminan pero no se hablan, solamente se miran de reojo. Pareciera que tienen una conexión especial, algo que los hace comunicarse sin necesidad de abrir la boca. Vicky no necesita que él le diga las ganas que tiene de quedarse con ella: sus ojos se encargan de transmitírselo sin esfuerzo. Esos ojos oscuros que la hicieron temblar desde un primer momento.

-         ¿Qué estás pensando tanto? – están parados frente al hall del departamento de Vicky y Benja decide romper el silencio.

-         Las posibilidades de adivinar lo que te pasa por la cabeza – ella no da demasiadas vueltas.

-         ¿Y tus posibilidades son optimistas? – esa sonrisa de nuevo.

-         No sé, decimelo vos – se acerca despacio a él, y le sonríe nerviosa. Sabe que se juega a todo o nada – tengo dos preguntas para hacerte.

-         ¿Cuáles? – él no se mueve. La mira intentando controlarse, aunque sabe que esa postura no va a durarle mucho.

-         ¿Podes?

-         No – lo susurra con pesar.

-         ¿Querés?

-         Sí – entonces ella no lo piensa demasiado. Acerca su cara a la de él y lo besa despacito, no quiere precipitar las cosas. Benjamín está sorprendido y encantado a partes iguales. La toma por la cintura y la aprieta un poco más a él. Victoria lo da vuelta, hace y deshace a su antojo. Pero él no se queja, lo disfruta. Y más lo disfruta sabiendo que esto que tienen se entremezcla con lo prohibido.

Ella se aleja un poco y lo toma de la mano. Abre la puerta y suben por el ascensor besándose con tranquilidad. Saben que no sirve de nada precipitarse, que es mejor disfrutar cada momento. Benja la acorrala contra una de las paredes y se sonríen. Vicky cruza los brazos detrás de su cuello y le pide que se olvide de todo, que no piense. Él le confiesa que desde que la cruzó en lo de Franco sólo se acuerda de ella y su locura galopante. Victoria se ríe y se deja besar, ya le relegó el control de la situación.

Vicky se despega de él para entrar al departamento, pero Benjamín no la deja ir muy lejos. En seguida se apropia de su cintura, y de su boca, y de cada uno de sus suspiros.  Pero esta vez pasan de largo el sillón, para no atraer recuerdos malos. Caminan despacio hasta el cuarto de ella, y caen divertidos sobre la cama. Todo es risas esa noche, es que no se pueden controlar. Después de todo, lo prohibido es esa extraña conjugación entre lo divertido, lo atrapante y lo peligroso. Benjamín encontraba la combinación exacta de todo eso en Victoria, y no estaba dispuesto a dejarla escapar tan fácilmente.

Es cuestión de segundos para que la ropa de ambos quede desparramada por el suelo. Ya no pueden mantener la calma: se necesitan. Necesitan sentirse, acariciarse, besarse. Y obvio que la pasión se aviva con éste asuntito de no llamar la atención, claro que el deseo aumenta a cada momento. Son plenamente conscientes de que no deben, de que hay normas morales y éticas que pueden condenarlos. Pero nada de eso importa ahora, ellos sólo quieren disfrutarse. Y quedan extasiados uno del otro, pero se sonríen porque lo necesitaban. No podían oprimir mucho más esa [i]atracción fatal[/i] que tienen.

Victoria quiere preguntar algo, pero Benjamín no la deja. Le pide lo mismo que ella le pidió en un principio: que no piense. Y a ella mucho no le gusta que le lleven la contra, pero acepta que no es el momento para planteos. La consigna era disfrutar de lo sucedido, olvidarse de cualquier otra cosa. Y ella puede ser muy obediente cuando quiere. Lo abraza con fuerza entonces, y se duerme escuchando el latido errático de su corazón. No sabe en qué momento de la noche o madrugada él desapareció de entre sus sábanas, pero no tuvo demasiado tiempo de odiarlo. Una notita sobre la mesa de luz esperaba ser leída. Y sonríe, porque está totalmente comprobado que está loca. Con un profesor. Estaba saliendo con un profesor: nada mejor que eso.
Nosotros somos un amor pirata
un gran amor que sabe a hiel y huele a trampa
nosotros somo un amor en fuga
en equilibrio por el filo de las culpas
los dos sabemos que este amor fragil y tierno
puede llevarnos de cabeza al mismo infierno
y aunque los dos estemos condenados
si de algo hay que morir,
quiero morir de amor pero a tu lado