VIII.
Tal
vez, será mejor
Y claro que fue difícil explicarle a Jazmín qué era eso. Y obvio que se ofendió muchísimo con Victoria por no
haberle contado. No hubo excusa que la haga entrar en razón: Jazmín se sentía
traicionada y nada iba a aplacar ese sentimiento. Ni siquiera que Victoria le
pidiera perdón una y otra vez llorando como una nena. Jaz sentía que algo se
había quebrado, y no era la única.
Benjamín casi se infarta cuando se topó con los ojos desorbitados
de sus alumnas en la puerta de su departamento. Sobre todo porque sabía que no
había explicación coherente que las dejara contentas. Todo se les había ido de
las manos en cuestión de segundos. Y claro que se puteó internamente por haber
sido tan arriesgado. Por haber elegido algo que, evidentemente, iba a terminar mal.
Pero peor se sintió cuando vio la cara de Vicky, tan triste y asustada a partes
iguales. Es que siempre la vio tan segura de si misma, tan confiada en su
andar, que no entendía cómo ella no sabía para donde correr o qué decir.
Bianca se encarga de llevarse a Vicky a su departamento, no quiere
que este sola. Porque, ya lo dijimos… Bianca podrá no compartir las decisiones
de su amiga, pero ella siempre está ahí. Incondicionalmente al pie del cañón.
La abraza por los hombros y caminan despacio hasta llegar a destino. Y se
cruzan con Franco que se pone histérico cada vez que la ve llorar, pero no
quieren explicarle nada. Victoria necesita un tiempo de paz para poder escupir
todo lo que siente. Bianca lo sabe y por eso le pide que las deje solas, que
todo va a llegar a buen puerto si Vicky tiene su espacio para replantearse las
cosas. Así que él se limita a dejar un beso en su frente y abrazarla con
fuerza. Porque Franco la quiere, pero en el fondo sabe y entiende que no es
exactamente el mismo amor el que siente ella. Entonces se conforma con lo que
le toca, porque como dicen Las Pastillas,
con acercarse a la victoria se conforma un perdedor.
-
No me va a perdonar en su vida – Vicky está
sentada sobre la cama de Bianca y no levanta la vista por nada del mundo.
-
No seas extremista, Vi. No se le va a pasar de
un día para el otro, pero dale tiempo.
-
Es que la conozco… se que no va a aflojar. Y
tiene razón, la entiendo. A mi también me jodería que ella me oculte algo así…
¡pero es que… ni yo se que hacer! – Vicky rompe en sollozos porque su seguridad
ante la vida quedó detenida en la puerta del departamento de Benjamín.
-
Sh, sh, no digas esas cosas, Vicky – Bianca la
abraza con fuerza, porque así le demuestra que no está sola – la situación era
jodida… es jodida… Jaz va a entender, estoy segura.
Victoria duerme en casa de Bianca esa
noche. Y Franco se encarga de devolverles la sonrisa cuando vuelve al
departamento con una bolsa llena de golosinas y una peli cómica para que miren
los tres. Vicky le sonríe sincera y lo abraza con fuerza, porque sabe que es
como el hermano mayor que no tiene. Y sabe también que lo va a querer toda la
vida. Es que es imposible no hacerlo: Franco es la bondad con patas.
Como es obvio, Vicky no quiere ir a la
facultad al otro día. Pero Bianca la obliga, argumentando que tiene que
enfrentarse a sus problemas. Entonces no le queda otra que pasar por su
departamento a cambiarse y emprender viaje con su amiga hasta allá. Se cruzan a
Jazmín en el colectivo, que las ignora olímpicamente. Y si bien Victoria la
entiende, le duele muchísimo su actitud. Y se siente peor de lo que ya se
sentía hasta el momento.
Las semanas transcurren así: con
Jazmín ofendida, Victoria triste y Bianca intentando mediar. Pierina y Agostina
no saben qué es lo que pasó, pero no preguntan demasiado: entienden que es algo
que ellas deben resolver – aunque, como Bianca, intenta convencerlas de hacer
las pases. No es cómodo para nadie estar en el medio de una pelea.
Y con Benjamín, la cosa estaba como en
un freezer. Es que los dos habían quedado susceptibles y perseguidos después de
que Jazmín y Bianca los hayan encontrado juntos. Entonces intercambiaron un par
de mensajes y se vieron dos veces. Vicky lo tranquilizó diciendo que Jazmín no
iba a divulgar lo que vio. Estaba dolida pero seguía siendo su amiga, y esos
códigos no se rompen. El problema era que Vicky se estaba hartando un poco de
esa realidad, y era ella la que quería patear el tablero. Pero sabía que
Benjamín no estaba dispuesto a hacerlo.
-
Chicos, acuérdense que el parcial es en dos semanas.
Saben que si tienen dudas pueden mandarme un mail, ¿si? – Félix había tenido
una audiencia a último momento y Banjamín era el encargado de dar la clase en
su ausencia.
-
¿Control de Constitucionalidad entra? –
Agostina levanta la mano mientras toma algunos apuntes.
-
Sí, todo lo que vimos menos lo de hoy – él
sigue explicando con calma apoyado apenas sobre el escritorio y revisando el
programa de exámen - ¿tienen alguna duda de los temas hasta ahora? – y el
silencio sepulcral – no leyeron nada todavía, ¿no? – y todos rompen en risas.
Benjamín es estudiante todavía, entonces los entiende.
Benja los deja salir unos minutos
antes observando que ninguno tenía duda alguna para el parcial. Y sus alumnos,
chochos, abandonan el aula entre aplausos y elogios para el profe gamba.
Victoria se cuelga al hombro su cartera y comienza a caminar hasta la puerta,
pero ve que Benjamín le hace señas y finge haberse olvidado algo para volver.
-
¿Qué pasa? – se acerca vergonzosa al
escritorio.
-
¿Estás bien? – la mira preocupado. Es que hace
varias semanas que Vicky está un poco triste.
-
Mmm… más o menos. Jaz sigue sin hablarme – él
se muerde el labio, apenado – pero… se le va a pasar, supongo.
-
¿Queres
que cenemos a la noche? Así te cambia un poco la cara – le regala una
sonrisa chiquita y Vicky se la devuelve.
-
No sé… Porque si las chicas se juntan y les
digo que no puedo… Jaz se va a hacer la cabeza de nuevo, y…
-
¿dónde quedó esa rubia loca que conocí en el
boliche hace unos meses? – se ríe descaradamente y Victoria le hace hombritos.
-
En la puerta de tu departamento, hace dos
semanas – y los ojos oscuros de Benja se cruzan con los tristes de Victoria –
yo… hablo con las chicas y te aviso, ¿dale?
Vicky deja el aula y Benjamín queda reculando.
Quizás sí, todo se les estaba yendo de las manos. Pero con ella siempre fue
así: un verse esporádico, siempre a escondidas, una incertidumbre constante.
Pero él creía que así estaban bien, que así tenían que ser las cosas. Las
cartas estuvieron sobre la mesa desde un principio, y en base a eso era su
juego. Lo que él no sabe, es que Victoria quiere cantarle retruco
constantemente. Se va al estudio intentando entender qué es lo que cambió las
cosas. Porque el más afectado por ésta relación
que tienen es él. Es quien más tiene que perder, y aún así se arriesga. No sabe
bien por qué, después de todo él nunca fue mucho de apostar. Pero hay algo en
la sonrisa de Victoria que lo anima a cometer cualquier clase de locura.
Ella por su parte llega a su departamento
y se tira en el sillón. No tiene ganas de almorzar, mucho menos de hacer
cualquier actividad relacionada a la facultad. Simplemente quiere quedarse ahí
y no pensar en nada. Hace días que Bianca está encima de ella, sin dejarla
sola, porque sabe que cuando está sola se maquina. Piensa en todo lo que pasó y
se siente mal. Se siente culpable. Por no haberle contado a Jazmín. Por tener
algo con Benjamín. Por no medir las consecuencias de sus actos. Se duerme
pensando en eso y dejando caer algunas lágrimas pequeñas.
Es Bianca la encargada de despertarla
horas más tarde, pidiéndole que fuera a su departamento a tomar mates con ella
y Franco. Entonces se cambia en cuestión de minutos y camina hacia su destino
escuchando música, y cantando bajito.
-
¿Vas a hacer algo a la noche Vickyta? – las
dos están en el balcón disfrutando de la brisa vespertina.
-
No sé, ¿ustedes planearon algo? – termina el
mate y se lo devuelve a Bianca.
-
Mmm… no. Agos fue la única que me dijo que
tenía ganas de salir. Jazmín se vuelve a su casa y Pierina se queda con el
novio.
-
A mi Benjamín me invitó a cenar – se prende un
pucho y se abraza a sus rodillas con fuerza, mirando el horizonte.
-
¿Y qué vas a hacer? – Bianca la mira seria.
-
Creo que… voy a ir. Necesito hablar con él.
-
¿De?
-
Todo – fuma una pitada y hace una pausa – hay
muchas cosas que necesito decirle.
-
Si vos crees que es lo mejor… - y Vicky le
sonríe porque cada día se asombra más de la incondicionalidad de Bianca.
A la noche Victoria viaja en un taxi
hasta el departamento de Benjamín. Y sube a toda velocidad por la escalera por
si existe alguna posibilidad de que alguien la vea. Él ya tiene todo listo y la
recibe sonriente. Lo que él no sabe, es que en todas éstas semanas – y
particularmente en éstas últimas horas – Victoria estuvo replanteándose muchas
cosas. Y la balanza que mantuvo el equilibrio por tanto tiempo, esa que parecía
funcionar exactamente como debía, acababa de inclinarse. Y se inclinaba hacia
su lado, el de ella.
Y ese era el punto. Ella. Ella que
siempre vivió al límite, que necesita constantemente de algún lío rondándole la
mente para no aburrirse. Que siente que la adrenalina es un factor
desencadenante en su vida, y por eso siempre la busca. Pero ésta vez Victoria
dijo basta. Y a eso fue a lo de Benja. A plantearle que a ella le duele y le
jode a partes iguales la situación por la que pasan. Que es conciente que así
lo conoció y que lo aceptó desde un principio. Pero hubo algo en el medio que
no le permitió seguir. Y ese algo es la manera sobrenatural en la que le
tiemblan las piernas cada vez que él le sonríe, o su capacidad arrolladora para
hacer desaparecer cualquier problema con un par de besos y abrazos. Díganlo
ustedes, lectoras, porque éste personaje nunca lo confesará: Victoria sentía
cosas por Benjamín. Victoria se estaba
enamorando de Benjamín. Y justamente por eso es que decide dar un paso al
costado. Claro mujeres, claro que es complicada. Pero todo en su vida en un
embrollo. Un embrollo en el que ella se entiende. Porque Benjamín le importa demasiado
como para arriesgarlo a hacer algo que quizás en el fondo no quiera. Porque si
el tiempo es lo que afecta, si el tiempo acusa, lo que hay que hacer es
esperar. Dejar un entretiempo para replantearse cosas, para dejar que otras
fluyan, y fundamentalmente para respirar, para desatarse.
Y Benjamín no sabe qué decir después
de que Victoria le escupiera semejante verdad. Obvio que a él algo le pasa
también, si no nunca hubiera arriesgado de esa manera cosas que para él son
importantes. La rubia lo tenía loquito, y no tenía problema alguno en
admitirlo. Y sabía que la estaba lastimando. Sabía que el límite lo estaba
poniendo él, que ese freno de mano a ella le dolía más que el choque mismo.
Pero era lo que él podía ofrecer en ese momento. Y sí, concuerda con ella. El
destiempo es lo que les juega en contra. El destiempo, el destino, las vueltas
de la vida o como quieran llamarlo. Daría su vida entera por barajar y dar de nuevo. Por gritar basta
para todos y que la rueda vuelva a girar. Pero ésta vez para su lado.
-
¿Qué te pasa, Vi? – Victoria vuelve a la casa
de Bianca con restos de lágrimas en los ojos.
-
¿Quién es, Pipi…? ¿¡Victoria qué te pasó!? ¿Te
hicieron algo? – Franco y su cariño sobreprotector fuera de control.
-
Estoy bien. Lloré un rato nada más – y se
abraza a su amiga, y le hace señas a Franco para que se una al abrazo. Ellos
son lo más cercano a una familia que tiene en la ciudad de la furia.
-
¿Y cómo te sentís? – sabe a qué se refiere
Bianca. Y sonríe apenas.
-
Libre. Me siento… liberada – se separa y le
sonríe un poco más. Victoria está loca, pero ésta vez está loca de amor.
-
Bueno, mejor las dejo con sus cositas. Hay
temas de los que prefiero no enterarme – Fran le revuelve un poco el pelo y se
va a la cocina con repasador al hombro – las llamo para cenar, Pipinas – y las
dos se ríen.
Victoria pone a Bianca al tanto de
todo. Y su amiga está feliz porque ella también lo está. Porque sabe que ahora
puede respirar un aire de libertad y
eso es lo que la hace sentirse plena. Se sacó de encima un peso enorme, pero
siendo honesta, dejando esa puerta abierta a lo que quizás vendrá.
Y ahora sí, la siguiente en enterarse fue
Jazmín. Que aceptó ir a charlar con Vicky al departamento porque la conoce, y
porque algo intuía. Y se piden perdón y se abrazan mucho, como amigas que son.
Jazmín jura no decir nada – ni siquiera reírse en clase si se da la
oportunidad. Y Victoria… Victoria le promete no volver a ocultarle algo así.
Bah, le promete no volver a meterse con un profesor, y ahorrarse éste tipo de
situaciones.
-
Vicky – él nuevamente, que la intercepta
afuera del salón.
-
Benja – le sonríe porque lo quiere. Y porque
él lo sabe - ¿todo tranquilo?
-
Bastante – y él también le sonríe con sus ojos
oscuros. Que paradójicamente brillan más cuando se cruzan con los celestes de
ella - ¿vos estás mejor?
-
Estoy bien – y otra sonrisa – arreglé lo que tenía
que arreglar.
-
¿Y te perdonaron? – mira de reojo a Jaz, que
la está esperando con Bianca unos pasos más adelante.
-
Me perdonaron – y sonríen cómplices.
-
Te dije, rubia. Todo tiene arreglo – y le
acaricia el hombro apenas.
-
Por suerte sí – la situación se torna algo
incómoda, y por eso ella mira el piso – me… me tengo que ir. Nos tenemos que
poner a hacer el trabajito que nos diste.
-
Me parece bien, vayan – mete sus manos en los
bolsillos y la ve alejarse - ¡Rubia!
-
¿Qué? – se da vuelta confundida.
-
¿Hablamos al final de la cursada? – se acerca
a ella y casi se lo susurra.
-
Te llamo cuando apruebe mi final – una guiñada
de ojo para luego correr hacia sus amigas y perderse por el pasillo.
Las abraza con fuerza y sonríe con
ganas. Benjamín y ella quizás estén destinados a cruzarse. O a volver a
cruzarse, podríamos decir. Pero por ahora, tal vez, es mejor así…
Tal vez, sera mejor caer,
Y volverse a levantar
Llorar, perder el miedo
Y volver a empezar
Yo se que duele terminar
Que el mundo no se va a acabar,
Y que la vida debe continuar
Y volverse a levantar
Llorar, perder el miedo
Y volver a empezar
Yo se que duele terminar
Que el mundo no se va a acabar,
Y que la vida debe continuar
Y aunque mañana te siga pensando
Se que tu y yo no podemos hablarnos
Tal vez, sera mejor
Y aunque la duda me robe un suspiro
Sera difícil que seamos amigos
Tal vez, sera mejor
Se que tu y yo no podemos hablarnos
Tal vez, sera mejor
Y aunque la duda me robe un suspiro
Sera difícil que seamos amigos
Tal vez, sera mejor